Cuentos Folclóricos

Literatura Infantil, Cuentos folclóricos





Introducción general

La literatura folclórica consiste en aquellas antigüedades populares, como decía William John Thoms. Muchos autores quisieron plasmar aquellas obras de transmisión oral al papel para que no quedaran en el olvido, de aquí vienen todas las obras folclóricas.

Las características principales, que no podemos dejar sin mencionar de este tipo de literatura es que son obras anónimas, ya que un texto tiene tantos autores como personas lo hayan narrado), son de transmisión oral y tienen múltiples variantes. Esta última característica se debe a que dependiendo de la cultura y de la persona las historias tienen un fondo común o muy parecido, pero la trama puede ir variando. 
Hay tres autores que son claves en la historia de la literatura folclórica y son los hermanos Grimm, Perrault y Andersen. De los cuales vamos a ver obras a continuación, menos de Perrault. Cabe mencionar que este último autor plasmó grandes obras como “La Cenicienta”. Y que la versión de este último sobre la cenicienta con la versión de los hermanos Grimm es muy similar, varían algunos aspectos pero por lo general tienen un argumento muy parecido. A pesar de haberlos pasado al papel en sitios muy diferentes.
Con este último ejemplo nos damos cuenta de la importancia de la tradición oral, y cómo van llegando las historias a través de todos nosotros.
La transmisión oral de estas obras son muy nutritivas en nuestros primeros años de vida, ya que nutren a los más pequeños aportándoles imaginación e inquietud por la literatura. 

Como ya sabemos las características más importantes de la literatura folclórica son el anónimo, la transmisión oral y la multiplicidad de variantes.
En cuanto el anónimo, con esto no nombramos al típico anónimo debido al no querer que sepamos su identidad, sino que el anónimo de estas obras se debe a que no hay un solo autor. Son muchas las versiones conocidas sobre estos cuentos folclóricos, y aunque cambien matices el fondo es el mismo dependiendo del contexto, de la persona que lo transmite, etc. Son muchos los autores de estos cuentos, tantos como personas que los cuentan, de aquí viene este tipo de anónimo.
La trasmisión oral se debe a que son cuentos que se contaban solamente de manera oral, han quedado escritos porque adaptadores como los mencionados anteriormente decidieron dejar constancia de ellos para que no quedaran en el olvido.
Y la multiplicidad de variantes, se debe a que cada uno puede añadir o modificar lo que el crea necesario en el cuento, creando así su propia historia. Esta característica está ligada a la cantidad de "autores" que tienen este tipo de cuentos.
Todos los escritores que decidieron plasmar la literatura folclórica son o bien adaptadores o bien recopiladores, pero nunca podemos decir que son los autores de estas obras.


Los hermanos Grimm 

Jocob Grimm y Wilhelm Grimm, nacieron el 4 de enero de 1785 y el 24 de febrero 1786, y murieron el 20 de septiembre de 1863 y el 16 de diciembre de 1859 en Berlín respectivamente.
Fueron grandes filólogos, investigadores culturales, escritores alemanes y lexicógrafos. Decidieron escribir cuentos folclores, para que pudieran recordarse a lo largo de la historia. Publicaron entre 1812 y 1815, en dos volúmenes, su colección clásica de cuentos de hadas, “Cuentos de la infancia y del hogar”.
Estudiaron en la universidad de Marburgo, allí fue donde comenzaron a investigar sobre la literatura y la lengua germánica 



He escogido el texto folclórico de “La Cenicienta” ya que es una historia que me ha acompañado toda mi vida. De pequeña siempre me ha llamado la atención, y no solo por ser una de las princesas Disney, de hecho esta historia de origen folclórica tiene partes muy diferentes, sino porque la trama en sí tiene un gran fondo. Los niños pueden llegar a sentir que quieren ser así en un futuro, el valor de la persintencia y constancia, el luchar por lo que quieres. Y que sí, puede haber finales bonitos o finales felices, pero puede no haberlos y la vida tiene muchas barreras que cada uno tiene que ir superándolas. Creo que una de las múltiples labores como maestras y maestros es guiar a los más pequeños para que puedan aceptarse a sí mismos y hacer las cosas con seguridad permitiéndose en todo momento el error. Esta historia puede evadirlos.


La Cenicienta

Érase una mujer, casada con un hombre muy rico, que enfermó, y, presintiendo su próximo fin, llamó a su única hijita y le dijo: "Hija mía, sigue siendo siempre buena y piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y me tendrás siempre a tu lado." Y, cerrando los ojos, murió. La muchachita iba todos los días a la tumba de su madre a llorar, y siguió siendo buena y piadosa. Al llegar el invierno, la nieve cubrió de un blanco manto la sepultura, y cuando el sol de primavera la hubo derretido, el padre de la niña contrajo nuevo matrimonio.

La segunda mujer llevó a casa dos hijas, de rostro bello y blanca tez, pero negras y malvadas de corazón. Vinieron entonces días muy duros para la pobrecita huérfana. "¿Esta estúpida tiene que estar en la sala con nosotras?" decían las recién llegadas. "Si quiere comer pan, que se lo gane. ¡Fuera, a la cocina!" Le quitaron sus hermosos vestidos,le pusieron una blusa vieja y le dieron un par de zuecos para calzado: "¡Mira la orgullosa princesa, qué compuesta!" Y, burlándose de ella, la llevaron a la cocina. Allí tenía que pasar el día entero ocupada en duros trabajos. Se levantaba de madrugada, iba por agua, encendía el fuego, preparaba la comida, lavaba la ropa. Y, por añadidura, sus hermanastras la sometían a todas las mortificaciones imaginables; se burlaban de ella, le esparcían, entre la ceniza, los guisantes y las lentejas, para que tuviera que pasarse horas recogiéndolas. A la noche, rendida como estaba de tanto trabajar, en vez de acostarse en una cama tenía que hacerlo en las cenizas del hogar. Y como por este motivo iba siempre polvorienta y sucia, la llamaban Cenicienta.

Un día en que el padre se disponía a ir a la feria, preguntó a sus dos hijastras qué deseaban que les trajese. "Hermosos vestidos," respondió una de ellas. "Perlas y piedras preciosas," dijo la otra. "¿Y tú, Cenicienta," preguntó, "qué quieres?" - "Padre, corta la primera ramita que toque el sombrero, cuando regreses, y traemela." Compró el hombre para sus hijastras magníficos vestidos, perlas y piedras preciosas; de vuelta, al atravesar un bosquecillo, un brote de avellano le hizo caer el sombrero, y él lo cortó y se lo llevó consigo. Llegado a casa, dio a sus hijastras lo que habían pedido, y a Cenicienta, el brote de avellano. La muchacha le dio las gracias, y se fue con la rama a la tumba de su madre, allí la plantó, regándola con sus lágrimas, y el brote creció, convirtiéndose en un hermoso árbol. Cenicienta iba allí tres veces al día, a llorar y rezar, y siempre encontraba un pajarillo blanco posado en una rama; un pajarillo que, cuando la niña le pedía algo, se lo echaba desde arriba.

Sucedió que el Rey organizó unas fiestas, que debían durar tres días, y a las que fueron invitadas todas las doncellas bonitas del país, para que el príncipe heredero eligiese entre ellas una esposa. Al enterarse las dos hermanastras que también ellas figuraban en la lista, se pusieron muy contentas. Llamaron a Cenicienta, y le dijeron: "Péinanos, cepíllanos bien los zapatos y abróchanos las hebillas; vamos a la fiesta de palacio." Cenicienta obedeció, aunque llorando, pues también ella hubiera querido ir al baile, y, así, rogó a su madrastra que se lo permitiese. "¿Tú, la Cenicienta, cubierta de polvo y porquería, pretendes ir a la fiesta? No tienes vestido ni zapatos, ¿y quieres bailar?" Pero al insistir la muchacha en sus súplicas, la mujer le dijo, finalmente: "Te he echado un plato de lentejas en la ceniza, si las recoges en dos horas, te dejaré ir." La muchachita, saliendo por la puerta trasera, se fue al jardín y exclamó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a recoger lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas, luego las tortolillas y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, y en un santiamén todos los granos buenos estuvieron en la fuente. No había transcurrido ni una hora cuando, terminado el trabajo, echaron a volar y desaparecieron. La muchacha llevó la fuente a su madrastra, contenta porque creía que la permitirían ir a la fiesta, pero la vieja le dijo: "No, Cenicienta, no tienes vestidos y no puedes bailar. Todos se burlarían de ti." Y como la pobre rompiera a llorar: "Si en una hora eres capaz de limpiar dos fuentes llenas de lentejas que echaré en la ceniza, te permitiré que vayas." Y pensaba: "Jamás podrá hacerlo." Pero cuando las lentejas estuvieron en la ceniza, la doncella salió al jardín por la puerta trasera y gritó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a limpiar lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y enseguida acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas y luego las tortolillas, y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, echando todos los granos buenos en las fuentes. No había transcurrido aún media hora cuando, terminada ya su tarea, emprendieron todas el vuelo. La muchacha llevó las fuentes a su madrastra, pensando que aquella vez le permitiría ir a la fiesta. Pero la mujer le dijo: "Todo es inútil; no vendrás, pues no tienes vestidos ni sabes bailar. Serías nuestra vergüenza." Y, volviéndole la espalda, partió apresuradamente con sus dos orgullosas hijas.

No habiendo ya nadie en casa, Cenicienta se encaminó a la tumba de su madre, bajo el avellano, y suplicó:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y he aquí que el pájaro le echó un vestido bordado en plata y oro, y unas zapatillas con adornos de seda y plata. Se vistió a toda prisa y corrió a palacio, donde su madrastra y hermanastras no la reconocieron, y, al verla tan ricamente ataviada, la tomaron por una princesa extranjera. Ni por un momento se les ocurrió pensar en Cenicienta, a quien creían en su cocina, sucia y buscando lentejas en la ceniza. El príncipe salió a recibirla, y tomándola de la mano, bailó con ella. Y es el caso que no quiso bailar con ninguna otra ni la soltó de la mano, y cada vez que se acercaba otra muchacha a invitarlo, se negaba diciendo: "Ésta es mi pareja."

Al anochecer, Cenicienta quiso volver a su casa, y el príncipe le dijo: "Te acompañaré," deseoso de saber de dónde era la bella muchacha. Pero ella se le escapó, y se encaramó de un salto al palomar. El príncipe aguardó a que llegase su padre, y le dijo que la doncella forastera se había escondido en el palomar. Entonces pensó el viejo: ¿Será la Cenicienta? Y, pidiendo que le trajesen un hacha y un pico, se puso a derribar el palomar. Pero en su interior no había nadie. Y cuando todos llegaron a casa, encontraron a Cenicienta entre la ceniza, cubierta con sus sucias ropas, mientras un candil de aceite ardía en la chimenea; pues la muchacha se había dado buena maña en saltar por detrás del palomar y correr hasta el avellano; allí se quitó sus hermosos vestidos, y los depositó sobre la tumba, donde el pajarillo se encargó de recogerlos. Y enseguida se volvió a la cocina, vestida con su sucia batita.

Al día siguiente, a la hora de volver a empezar la fiesta, cuando los padres y las hermanastras se hubieron marchado, la muchacha se dirigió al avellano y le dijo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y, más cosas!"
El pajarillo le envió un vestido mucho más espléndido aún que el de la víspera; y al presentarse ella en palacio tan magníficamente ataviada, todos los presentes se pasmaron ante su belleza. El hijo del Rey, que la había estado aguardando, la tomó nmediatamente de la mano y sólo bailó con ella. A las demás que fueron a solicitarlo, les respondía: "Ésta es mi pareja." Al anochecer, cuando la muchacha quiso retirarse, el príncipe la siguió, para ver a qué casa se dirigía; pero ella desapareció de un brinco en el jardín de detrás de la suya. Crecía en él un grande y hermoso peral, del que colgaban peras magníficas. Se subió ella a la copa con la ligereza de una ardilla, saltando entre las ramas, y el príncipe la perdió de vista. El joven aguardó la llegada del padre, y le dijo: "La joven forastera se me ha escapado; creo que se subió al peral." Pensó el padre: ¿Será la Cenicienta? Y, tomando un hacha, derribó el árbol, pero nadie apareció en la copa. Y cuando entraron en la cocina, allí estaba Cenicienta entre las cenizas, como tenía por costumbre, pues había saltado al suelo por el lado opuesto del árbol, y, después de devolver los hermosos vestidos al pájaro del avellano, volvió a ponerse su batita gris.

El tercer día, en cuanto se hubieron marchado los demás, volvió Cenicienta a la tumba de su madre y suplicó al arbolillo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y el pájaro le echó un vestido soberbio y brillante como jamás se viera otro en el mundo, con unos zapatitos de oro puro. Cuando se presentó a la fiesta, todos los concurrentes se quedaron boquiabiertos de admiración. El hijo del Rey bailó exclusivamente con ella, y a todas las que iban a solicitarlo les respondía: "Ésta es mi pareja."

Al anochecer se despidió Cenicienta. El hijo del Rey quiso acompañarla; pero ella se escapó con tanta rapidez, que su admirador no pudo darle alcance. Pero esta vez recurrió a una trampa: mandó embadurnar con pez las escaleras de palacio, por lo cual, al saltar la muchacha los peldaños, se le quedó la zapatilla izquierda adherida a uno de ellos. Recogió el príncipe la zapatilla, y observó que era diminuta, graciosa, y toda ella de oro. A la mañana siguiente presentóse en casa del hombre y le dijo: "Mi esposa será aquella cuyo pie se ajuste a este zapato." Las dos hermanastras se alegraron, pues ambas tenían los pies muy lindos. La mayor fue a su cuarto para probarse la zapatilla, acompañada de su madre. Pero no había modo de introducir el dedo gordo; y al ver que la zapatilla era demasiado pequeña, la madre, alargándole un cuchillo, le dijo: "¡Córtate el dedo! Cuando seas reina, no tendrás necesidad de andar a pie." Lo hizo así la muchacha; forzó el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al príncipe. Él la hizo montar en su caballo y se marchó con ella. Pero hubieron de pasar por delante de la tumba, y dos palomitas que estaban posadas en el avellano gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie y vio que de él fluía sangre. Hizo dar media vuelta al caballo y devolvió la muchacha a su madre, diciendo que no era aquella la que buscaba, y que la otra hermana tenía que probarse el zapato. Subió ésta a su habitación y, aunque los dedos le entraron holgadamente, en cambio no había manera de meter el talón. Le dijo la madre, alargándole un cuchillo: "Córtate un pedazo del talón. Cuando seas reina no tendrás necesidad de andar a pie." Cortóse la muchacha un trozo del talón, metió a la fuerza el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al hijo del Rey. Montó éste en su caballo y se marchó con ella. Pero al pasar por delante del avellano, las dos palomitas posadas en una de sus ramas gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie de la muchacha y vio que la sangre manaba del zapato y había enrojecido la blanca media. Volvió grupas y llevó a su casa a la falsa novia. "Tampoco es ésta la verdadera," dijo. "¿No tienen otra hija?" - "No," respondió el hombre. Sólo de mi esposa difunta queda una Cenicienta pringosa; pero es imposible que sea la novia." Mandó el príncipe que la llamasen; pero la madrastra replicó: "¡Oh, no! ¡Va demasiado sucia! No me atrevo a presentarla." Pero como el hijo del Rey insistiera, no hubo más remedio que llamar a Cenicienta. Lavóse ella primero las manos y la cara y, entrando en la habitación, saludó al príncipe con una reverencia, y él tendió el zapato de oro. Se sentó la muchacha en un escalón, se quitó el pesado zueco y se calzó la chinela: le venía como pintada. Y cuando, al levantarse, el príncipe le miró el rostro, reconoció en el acto a la hermosa doncella que había bailado con él, y exclamó: "¡Ésta sí que es mi verdadera novia!" La madrastra y sus dos hijas palidecieron de rabia; pero el príncipe ayudó a Cenicienta a montar a caballo y marchó con ella. Y al pasar por delante del avellano, gritaron las dos palomitas blancas:
"Ruke di guk, ruke di guk;
no tiene sangre el zapato.
Y pequeño no le está;
Es la novia verdadera con la que va."
Y, dicho esto, bajaron volando las dos palomitas y se posaron una en cada hombro de Cenicienta.

Al llegar el día de la boda, se presentaron las traidoras hermanas, muy zalameras, deseosas de congraciarse con Cenicienta y participar de su dicha. Pero al encaminarse el cortejo a la iglesia, yendo la mayor a la derecha de la novia y la menor a su izquierda, las palomas, de sendos picotazos, les sacaron un ojo a cada una. Luego, al salir, yendo la mayor a la izquierda y la menor a la derecha, las mismas aves les sacaron el otro ojo. Y de este modo quedaron castigadas por su maldad, condenadas a la ceguera para todos los días de su vida.



Análisis del cuento


La Cenicienta es un cuento de hadas o maravilloso, debido a que en él aparecen animales que hablan y ayudan en todo momento a la protagonista de la historia contra las adversidades que van transcurriendo. En este caso los animales son el pajarillo blanco, las palomas y las aves, aunque las únicas que hablan son las palomas pero todos se comportan como humanos. 
El inicio de este cuento tiene que ver con las creencias populares en el mundo feérico. 

En cuanto al paradigma de Propp los cuentos maravillosos responden a una misma estructuración, hecho que se representa paso por paso en el cuento de la Cenicienta. Esta estructuración se compone por los papeles, en este caso el agresor que sería tanto la madrastra como las hermanastras, la princesa que es cenicienta, el padre, el donante que es el pájaro y el héroe que es el príncipe. En cuanto al planteamiento, el nudo y desenlace, observamos varias acciones que transcurren para formar este orden. El planteamiento, comienza con la muerte de la madre de cenicienta y con otra acción, que es la llegada de la madrastra y las hermanastras a su hogar. Aquí empieza la verdadera trama del cuento. En el nudo es donde se producen todas las adversidades, los maltratos de parte de las antagonistas, en numerosas repeticiones y la prohibición de acudir al baile. Donde cenicienta consigue, a través de la ayuda del pájaro ir a escondidas a ese deseado baile, con vestidos y zapatos. Finalmente ocurre el desenlace, también formado por varias acciones, la principal es en la que el príncipe encuentra y reconoce  que su doncella es Cenicienta, y el descubrimiento a su vez de las hermanastras y madrastras de este suceso. La acción del final acaba con el castigo de las palomas a las hermanastras el día de la boda. 
Como dice Propp hay una serie de funciones, en concreto 31 que ocurren en todos los cuentos de esta tipología, las 31 no tienen porqué ocurrir en todos sino que pueden ser algunas de las que menciona. En este cuento folclórico se observan las siguientes y en el orden correspondiente:
-Prohibición. Esta función ocurre varias veces, pero la principal es cuando no dejan a cenicienta seguir llevando la vida que llevaba y la prohíben ir al baile.
-Transgresión. La madrastra y hermanastras maltratan continuamente a la protagonista.
-Engaño. La madrastra engaña a la protagonista dándole esperanzas de acudir al baile real.
-Carencia. Cenicienta tiene la falta de su madre, a la que va a llorar y visitar a la tumba 3 veces al día.
-Donante. En el momento en el que el pájaro le aporta lo necesario para acudir al baile.
-Tarea cumplida. Acude al baile, el príncipe se enamora de ella, y durante los tres días solo baila con ella.
-Reconocimiento. El príncipe va a buscarla y reconoce que es Cenicienta, la chica con la que ha bailado y con la que quiere casarse.
-Descubrimiento. La madrastra, las hermanastras y el padre descubren que verdaderamente Cenicienta es la princesa elegida.
-Castigo. Las palomas que ayudan a cenicienta castigan a las hermanastras por la maldad producida.
-Matrimonio. La historia acaba con el matrimonio de ambos.

En cuanto a lo del castigo, en aquella época los cuentos folclóricos castigaban a los personajes que actuaban con maldad, ya que para el pueblo la maldad tenía que ser castigada. Cualquier personaje que obrara con maldad tendría un castigo, esto se debe mayoritariamente a que estas historias eran contadas por campesinos y la gente del pueblo. Por ello castigaban todo aquello que les parecía injusto o las acciones que no tenían nada de bondad. Muchas veces hacían burlas a la nobleza, ya que era la forma de comentar sus vivencias diarias. 
A su vez la estructura interna, comentada más arriba, es lineal y cronológica, con relaciones de causa y efecto, de esta manera los niños podrán seguir adecuadamente la historia. Más adelante explicaré esto, cuando mencione la edad para la que he escogido los cuentos. 
Observamos que al final del cuento no hay moraleja, hecho fundamental para esta tipología.
El motivo principal es “el huérfano maltratado”, este maltrato tanto físico como psicológico hace que Cenicienta sea más fuerte y pueda luchar contra todo. Debido a la bondad que muestra a lo largo de toda la historia, es merecedora de todos los hechos buenos que le ocurren al final. 

Los personajes.
Los personajes los he mencionado anteriormente en el apartado de “los papeles”, añadiendo todos los animales fantásticos que aparecen a lo largo de la historia, como ayuda a la protagonista. A su vez todos los personajes que aparecen, buscan un arquetipo concreto como puede ser el de la madrastra, el padre viudo sometido por la madrastra, y el príncipe y la princesa.

El simbolismo.
En lo referido a este cuento la simbología encontrada es el paso de la pubertad a la edad adulta. Vemos como la protagonista de esta historia, Cenicienta, va superando una serie de pruebas e impedimentos hasta que llega al matrimonio. Encontrando a su compañero de vida y pasando definitivamente a esta edad adulta. 
¿Porqué cenicienta no ha muerto o le ha ocurrido alguna desgracia con un final infeliz? Porque ha llevado la bondad por delante, y como ya explique más arriba, la bondad era premiada en aquella época por la gente del pueblo, y la maldad era castigada.
Además se observa como tenía comportamientos deseados por toda mujer de aquella época, que eran poder valerse por sí mismas sin el acompañamiento de un hombre. 

Los tres cuentos que he escogido son para un aula de 5-6 años, con esta aportación procedo a explicar como llevaría a cabo este cuento en mi clase.
La transmisión sería oral, consiguiendo así su tradición puesto que si los vemos escritos es para que no quedaran en el olvido. Si que cambiaría algún léxico para que suene más ameno, pero por lo demás dejaría todo tal y como está puesto que los niños de esta edad pueden entender y asimilar la historia completa. 
Yo en particular, llevaría este cuento folclórico al aula de forma espontánea. Es decir, cuando surjan temas relacionados en el aula, lo cuento de forma que les motive y que les sirva de evasión a los niños. 
Al finalizar la historia abriría un coloquio del cuento. Les preguntaría una serie de cuestiones como:

-¿Qué os parece que Cenicienta esté obligada a limpiar todo el día?
Esta pregunta tendría respuestas como, “para que esté la casa limpia”, “el padre y la madrastra también podrían limpiar”, etc. Con esta serie de respuestas encaminaríamos este debate al papel de la mujer en la sociedad y cómo tiene que ser igual de valorada que un hombre.

-¿Creéis que a Cenicienta le daría miedo ir sola al baile por la tarde-noche? ¿Conocéis a alguien que le de miedo?
Con estas preguntas también recibiríamos una serie de respuestas de gente cercana a la que le pueda dar miedo y como está la situación con las mujeres de la actualidad respecto a este tema. Hablaría sobe cómo hemos evolucionado pero que al fin y al cabo todo sigue siendo muy parecido, y cómo deberíamos de evolucionar a mejor para que la mujer y el hombre sean exactamente iguales. 



Hans Christian Andersen

Nació el 2 de abril de 1805, en Odense y murió el 4 de agosto de 1875 en Copenhague. Dedicó su vida a la escritura y a la poesía. Era famoso sobretodo por sus cuentos para niños. Su sueño era ser actor y cantante, pero fue reconocido por algunas de sus obras escritas.
No quería reconocer su origen humilde, por ello escondía y mentía sobre su parentesco. Aunque plasmó algunos cuentos de tradición oral, al igual que los hermanos Grimm, también escribió muchos otros inventados por él mismo. 
En 1834 escribió su primera novela, en Roma “El Improvisador”. Que sería publicada un año más tarde en 1835. 
Fue un autor muy reconocido en toda Europa, pero cabe destacar que en Dinamarca no le reconocían del todo.
Sus inicios no fueron fáciles pero llegó a ser uno de los autores más importantes del cuento folclórico a lo largo de la historia de la humanidad. 



Como ya he explicado anteriormente, los 3 cuentos que he elegido es para un aula de 5-6 años. Creo que con este cuento muchos niños se pueden sentir completamente identificados. Esto puede ayudar a los niños que se están sintiendo mal a evadirse de la realidad y a buscar soluciones por ellos mismos. Ya que a nivel psicológico los cuentos de tradición oral ayudan a los niños a buscar soluciones y a entender el mundo. Hecho que especificaré un poco más abajo en el análisis del cuento.


El patito feo

¡Qué hermosa estaba la campiña! Había llegado el verano: el trigo estaba amarillo; la avena, verde; la hierba de los prados, cortada ya, quedaba recogida en los pajares, en cuyos tejados se paseaba la cigüeña, con sus largas patas rojas, hablando en egipcio, que era la lengua que le enseñara su madre. Rodeaban los campos y prados grandes bosques, y entre los bosques se escondían lagos profundos. ¡Qué hermosa estaba la campiña! Bañada por el sol levantábase una mansión señorial, rodeada de hondos canales, y desde el muro hasta el agua crecían grandes plantas trepadoras formando una bóveda tan alta que dentro de ella podía estar de pie un niño pequeño, mas por dentro estaba tan enmarañado, que parecía el interior de un bosque. En medio de aquella maleza, una gansa, sentada en el nido, incubaba sus huevos. Estaba ya impaciente, pues ¡tardaban tanto en salir los polluelos, y recibía tan pocas visitas!
Los demás patos preferían nadar por los canales, en vez de entrar a hacerle compañía y charlar un rato.
Por fin empezaron a abrirse los huevos, uno tras otro. «¡Pip, pip!», decían los pequeños; las yemas habían adquirido vida y los patitos asomaban la cabecita por la cáscara rota.
- ¡cuac, cuac! - gritaban con todas sus fuerzas, mirando a todos lados por entre las verdes hojas. La madre los dejaba, pues el verde es bueno para los ojos.
- ¡Qué grande es el mundo! -exclamaron los polluelos, pues ahora tenían mucho más sitio que en el interior del huevo.
- ¿Creéis que todo el mundo es esto? -dijo la madre-. Pues andáis muy equivocados. El mundo se extiende mucho más lejos, hasta el otro lado del jardín, y se mete en el campo del cura, aunque yo nunca he estado allí. ¿Estáis todos? -prosiguió, incorporándose-. Pues no, no los tengo todos; el huevo gordote no se ha abierto aún. ¿Va a tardar mucho? ¡Ya estoy hasta la coronilla de tanto esperar!
- Bueno, ¿qué tal vamos? -preguntó una vieja gansa que venía de visita.
- ¡Este huevo que no termina nunca! -respondió la clueca-. No quiere salir. Pero mira los demás patitos: ¿verdad que son lindos? Todos se parecen a su padre; y el sinvergüenza no viene a verme.
- Déjame ver el huevo que no quiere romper -dijo la vieja-. Creéme, esto es un huevo de pava; también a mi me engañaron una vez, y pasé muchas fatigas con los polluelos, pues le tienen miedo al agua. No pude con él; me desgañité y lo puse verde, pero todo fue inútil. A ver el huevo. Sí, es un huevo de pava. Déjalo y enseña a los otros a nadar.
- Lo empollaré un poquitín más dijo la clueca-. ¡Tanto tiempo he estado encima de él, que bien puedo esperar otro poco! 
- ¡Cómo quieras! -contestó la otra, despidiéndose.
Al fin se partió el huevo. «¡Pip, pip!» hizo el polluelo, saliendo de la cáscara. Era gordo y feo; la gansa se quedó mirándolo:
- Es un pato enorme -dijo-; no se parece a ninguno de los otros; ¿será un pavo? Bueno, pronto lo sabremos; del agua no se escapa, aunque tenga que zambullirse a trompazos.
El día siguiente amaneció espléndido; el sol bañaba las verdes hojas de la enramada. La madre se fue con toda su prole al canal y, ¡plas!, se arrojó al agua. «¡Cuac, cuac!» -gritaba, y un polluelo tras otro se fueron zambullendo también; el agua les cubrió la cabeza, pero enseguida volvieron a salir a flote y se pusieron a nadar tan lindamente. Las patitas se movían por sí solas y todos chapoteaban, incluso el último polluelo gordote y feo.
- Pues no es pavo -dijo la madre-. ¡Fíjate cómo mueve las patas, y qué bien se sostiene! Es hijo mío, no hay duda. En el fondo, si bien se mira, no tiene nada de feo, al contrario. ¡Cuac, cuac! Venid conmigo, os enseñaré el gran mundo, os presentaré a los patos del corral. Pero no os alejéis de mi lado, no fuese que alguien os atropellase; y ¡mucho cuidado con el gato!
Y se encaminaron al corral de los patos, donde había un barullo espantoso, pues dos familias se disputaban una cabeza de anguila. Y al fin fue el gato quien se quedó con ella.
- ¿Veis? Así va el mundo -dijo la gansa madre, afilándose el pico, pues también ella hubiera querido pescar el botín-. ¡Servíos de las patas! y a ver si os despabiláis. Id a hacer una reverencia a aquel pato viejo de allí; es el más ilustre de todos los presentes; es de raza española, por eso está tan gordo. Ved la cinta colorada que lleva en la pata; es la mayor distinción que puede otorgarse a un pato. Es para que no se pierda y para que todos lo reconozcan, personas y animales. ¡Ala, sacudiros! No metáis los pies para dentro. Los patitos bien educados andan con las piernas esparrancadas, como papá y mamá. ¡Así!, ¿veis? Ahora inclinad el cuello y decir: «¡cuac!».
Todos obedecieron, mientras los demás gansos del corral los miraban, diciendo en voz alta:
- ¡Vaya! sólo faltaban éstos; ¡como si no fuésemos ya bastantes! Y, ¡qué asco! Fijaos en aquel pollito: ¡a ése sí que no lo toleramos! -. Y enseguida se adelantó un ganso y le propinó un picotazo en el pescuezo.
- ¡Déjalo en paz! -exclamó la madre-. No molesta a nadie. 
- Sí, pero es gordote y extraño -replicó el agresor-; habrá que sacudirlo.
- Tiene usted unos hijos muy guapos, señora -dijo el viejo de la pata vendada-. Lástima de este gordote; ése sí que es un fracaso. Me gustaría que pudiese retocarlo.
- No puede ser, Señoría -dijo la madre-. Cierto que no es hermoso, pero tiene buen corazón y nada tan bien como los demás; incluso diría que mejor. Me figuro que al crecer se arreglará, y que con el tiempo perderá volumen. Estuvo muchos días en el huevo, y por eso ha salido demasiado robusto -. Y con el pico le pellizcó el pescuezo y le alisó el plumaje -. Además, es macho -prosiguió-, así que no importa gran cosa. Estoy segura de que será fuerte y se despabilará.
- Los demás polluelos son encantadores de veras -dijo el viejo-. Considérese usted en casa; y si encuentra una cabeza de anguila, haga el favor de traérmela.
Y de este modo tomaron posesión de la casa.
El pobre patito feo no recibía sino picotazos y empujones, y era el blanco de las burlas de todos, lo mismo de los gansos que de las gallinas. «¡Qué ridículo!», se reían todos, y el pavo, que por haber venido al mundo con espolones se creía el emperador, se henchía como un barco a toda vela y arremetía contra el patito, con la cabeza colorada de rabia. El pobre animalito nunca sabía dónde meterse; estaba muy triste por ser feo y porque era la chacota de todo el corral.
Así transcurrió el primer día; pero en los sucesivos las cosas se pusieron aún peor. Todos acosaban al patito; incluso sus hermanos lo trataban brutalmente, y no cesaban de gritar: - ¡Así te pescara el gato, bicho asqueroso!; y hasta la madre deseaba perderlo de vista. Los patos lo picoteaban; las gallinas lo golpeaban, y la muchacha encargada de repartir el pienso lo apartaba a puntapiés.
Al fin huyó, saltando la cerca; los pajarillos de la maleza se echaron a volar, asustados. «¡Huyen porque soy feo!», dijo el pato, y, cerrando los ojos, siguió corriendo a ciegas. Así llegó hasta el gran pantano, donde habitaban los patos salvajes; cansado y dolorido, pasó allí la noche.
Por la mañana, los patos salvajes, al levantar el vuelo, vieron a su nuevo campañero: - ¿Quién eres? -le preguntaron, y el patito, volviéndose en todas direcciones, los saludó a todos lo mejor que supo.
- ¡Eres un espantajo! -exclamaron los patos-. Pero no nos importa, con tal que no te cases en nuestra familia -. ¡El infeliz! Lo último que pensaba era en casarse, dábase por muy satisfecho con que le permitiesen echarse en el cañaveral y beber un poco de agua del pantano.
Así transcurrieron dos días, al cabo de los cuales se presentaron dos gansos salvajes, machos los dos, para ser más precisos. No hacía mucho que habían salido del cascarón; por eso eran tan impertinentes.
- Oye, compadre -le dijeron-, eres tan feo que te encontramos simpático. ¿Quieres venirte con nosotros y emigrar? Cerca de aquí, en otro pantano, viven unas gansas salvajes muy amables, todas solteras, y saben decir «¡cuac!». A lo mejor tienes éxito, aun siendo tan feo.
¡Pim, pam!, se oyeron dos estampidos: los dos machos cayeron muertos en el cañaveral, y el agua se tiñó de sangre. ¡Pim, pam!, volvió a retumbar, y grandes bandadas de gansos salvajes alzaron el vuelo de entre la maleza, mientras se repetían los disparos. Era una gran cacería; los cazadores rodeaban el cañaveral, y algunos aparecían sentados en las ramas de los árboles que lo dominaban; se formaban nubecillas azuladas por entre el espesor del ramaje, cerniéndose por encima del agua, mientras los perros nadaban en el pantano, ¡Plas, plas!, y juncos y cañas se inclinaban de todos lados. ¡Qué susto para el pobre patito! Inclinó la cabeza para meterla bajo el ala, y en aquel mismo momento vio junto a sí un horrible perrazo con medio palmo de lengua fuera y una expresión atroz en los ojos. Alargó el hocico hacia el patito, le enseñó los agudos dientes y, ¡plas, plas! se alejó sin cogerlo.
- ¡Loado sea Dios! -suspiró el pato-. ¡Soy tan feo que ni el perro quiso morderme!
Y se estuvo muy quietecito, mientras los perdigones silbaban por entre las cañas y seguían sonando los disparos.
Hasta muy avanzado el día no se restableció la calma; mas el pobre seguía sin atreverse a salir. Esperó aún algunas horas: luego echó un vistazo a su alrededor y escapó del pantano a toda la velocidad que le permitieron sus patas. Corrió a través de campos y prados, bajo una tempestad que le hacía muy difícil la huida.
Al anochecer llegó a una pequeña choza de campesinos; estaba tan ruinosa, que no sabía de qué lado caer, y por eso se sostenía en pie. El viento soplaba con tal fuerza contra el patito, que éste tuvo que sentarse sobre la cola para afianzarse y no ser arrastrado. La tormenta arreciaba más y más. Al fin, observó que la puerta se había salido de uno de los goznes y dejaba espacio para colarse en el interior; y esto es lo que hizo.
Vivía en la choza una vieja con su gato y su gallina. El gato, al que llamaba «hijito», sabía arquear el lomo y ronronear, e incluso desprendía chispas si se le frotaba a contrapelo. La gallina tenía las patas muy cortas, y por eso la vieja la llamaba «tortita pati­corta»; pero era muy buena ponedora, y su dueña la quería como a una hija.
Por la mañana se dieron cuenta de que había llegado un forastero, y el gato empezó a ronronear, y la gallina, a cloquear.
- ¿Qué pasa? -dijo la vieja mirando a su alrededor. Como no veía bien, creyó que era un ganso cebado que se habría extraviado-. ¡No se cazan todos los días! -exclamó-. Ahora tendré huevos de pato. ¡Con tal que no sea un macho! Habrá que probarlo.
Y puso al patito a prueba por espacio de tres semanas; pero no salieron huevos. El gato era el mandamás de la casa, y la gallina, la señora, y los dos repetían continuamente: - ¡Nosotros y el mundo! - convencidos de que ellos eran la mitad del universo, y aún la mejor. El patito pensaba que podía opinarse de otro modo, pero la gallina no le dejaba hablar.
- ¿Sabes poner huevos? -le preguntó.
- No.
- ¡Entonces cierra el pico!
Y el gato:
- ¿Sabes doblar el espinazo y ronronear y echar chispas?
- No.
- Entonces no puedes opinar cuando hablan personas de talento.
El patito fue a acurrucarse en un rincón, malhumorado. De pronto acordóse del aire libre y de la luz del sol, y le entraron tales deseos de irse a nadar al agua, que no pudo reprimirse y se lo dijo a la gallina.
- ¿Qué mosca te ha picado? -le replicó ésta-. Como no tienes ninguna ocupación, te entran estos antojos. ¡Pon huevos o ronronea, verás como se te pasan!
- ¡Pero es tan hermoso nadar! -insistió el patito-. ¡Da tanto gusto zambullirse de cabeza hasta tocar el fondo!
- ¡Hay gustos que merecen palos! -respondió la gallina-. Creo que has perdido la chaveta. Pregunta al gato, que es la persona más sabia que conozco, si le gusta nadar o zambullirse en el agua. Y ya no hablo de mí. Pregúntalo si quieres a la dueña, la vieja; en el mundo entero no hay nadie más inteligente. ¿Crees que le apetece nadar y meterse en el agua?
- ¡No me comprendéis! -suspiró el patito.
- ¿Qué no te comprendemos? ¿Quién lo hará, entonces? No pretenderás ser más listo que el gato y la mujer, ¡y no hablemos ya de mí! No tengas esos humos, criatura, y da gracias al Creador por las cosas buenas que te ha dado. ¿No vives en una habitación bien calentita, en compañía de quien puede enseñarte mucho? Pero eres un charlatán y no da gusto tratar contigo. Créeme, es por tu bien que te digo cosas desagradables; ahí se conoce a los verdaderos amigos. Procura poner huevos o ronronear, o aprende a despedir chispas.
- Creo que me marcharé por esos mundos de Dios -dijo el patito.
- Es lo mejor que puedes hacer -respondióle la gallina.
Y el patito se marchó; se fue al agua, a nadar y zambullirse, pero, todos los animales lo despreciaban por su fealdad.
Llegó el otoño: en el bosque, las hojas se volvieron amarillas y pardas, y el viento las arrancaba y arremolinaba, mientras el aire iba enfriándose por momentos; cerníanse las nubes, llenas de granizo y nieve, y un cuervo, posado en la valla, gritaba: «¡au, au!»,. de puro frío. Sólo de pensarlo le entran a uno escalofríos. El pobre patito lo pasaba muy mal, realmente.
Un atardecer, cuando el sol se ponía ya, llegó toda una bandada de grandes y magníficas aves, que salieron de entre los matorrales; nunca había visto nuestro pato aves tan espléndidas. Su blancura deslumbraba y tenían largos y flexibles cuellos; eran cisnes. Su chillido era extraordinario, y, desplegando las largas alas majestuosas, emprendieron el vuelo, marchándose de aquellas tierras frías hacia otras más cálidas y hacia lagos despejados. Eleváronse a gran altura, y el feo patito experimentó una sensación extraña; giró en el agua como una rueda, y, alargando el cuello hacia ellas, soltó un grito tan fuerte y raro, que él mismo se asustó. ¡Ay!, no podía olvidar aquellas aves hermosas y felices, y en cuanto dejó de verlas, se hundió hasta el fondo del pantano. Al volver a la superficie estaba como fuera de sí. Ignoraba su nombre y hacia donde se dirigían, y, no, obstante, sentía un gran afecto por ellas, como no lo había sentido, por nadie. No las envidiaba. ¡Cómo se le hubiera podido ocurrir el deseo de ser como ellas! Habríase dado por muy satisfecho con que lo hubiesen tolerado los patos, ¡pobrecillo!, feo como era.
Era invierno, y el frío arreciaba; el patito se veía forzado a nadar sin descanso para no entumecerse; mas, por la noche, el agujero en que flotaba se reducía progresivamente. Helaba tanto, que se podía oír el crujido del hielo; el animalito tenía que estar moviendo constantemente las patas para impedir que se cerrase el agua, hasta que lo rindió el cansancio, y, al quedarse quieto, lo aprisionó el hielo.
Por la mañana llegó un campesino, y, al darse cuenta de lo ocurrido, rompió el hielo con un zueco y, cogiendo el patito, lo llevó a su mujer. En la casa se reanimó el animal. 
Los niños querían jugar con él, pero el patito, creyendo que iban a maltratarlo, saltó asustado en medio de la lechera, salpicando de leche toda la habitación. La mujer se puso a gritar y a agitar las manos, con lo que el ave se metió de un salto en la mantequera, y, de ella, en el jarro de la leche ¡y yo qué sé dónde! ¡Qué confusión! La mujer lo perseguía gritando y blandiendo las tenazas; los chiquillos corrían, saltando por encima de los trastos, para cazarlo, entre risas y barullo. Suerte que la puerta estaba abierta y pudo refugiarse entre las ramas, en la nieve recién caída. Allí se quedó, rendido.
Sería demasiado triste narrar todas las privaciones y la miseria que hubo de sufrir nuestro patito durante aquel duro invierno.
Lo pasó en el pantano, entre las cañas, y allí lo encontró el sol cuando volvió el buen tiempo. Las alondras cantaban, y despertó, espléndida, la primavera.
Entonces el patito pudo batir de nuevo las alas, que zumbaron con mayor intensidad que antes y lo sostuvieron con más fuerza; y antes de que pudiera darse cuenta, encontróse en un gran jardín, donde los manzanos estaban en flor, y las fragantes lilas curvaban sus largas ramas verdes sobre los tortuosos canales. ¡Oh, aquello sí que era hermoso, con el frescor de la primavera! De entre las matas salieron en aquel momento tres preciosos cisnes aleteando y flotando levemente en el agua. El patito reconoció a aquellas bellas aves y se sintió acometido de una extraña tristeza.
- ¡Quiero irme con ellos, volar al lado de esas aves espléndidas! Me matarán a picotazos por mi osadía: feo como soy, no debería acercarme a ellos. Pero iré, pase lo que pase. Mejor ser muerto por ellos que verme vejado por los patos, aporreado por los pollos, rechazado por la criada del corral y verme obligado a sufrir privaciones en invierno-. Con un par de aletazos se posó en el agua, y nadó hacia los hermosos cisnes. Éstos al verle, corrieron a su encuentro con gran ruido de plumas. - ¡Matadme! -gritó el animalito, agachando la cabeza y aguardando el golpe fatal. Pero, ¿qué es lo que vio reflejado en la límpida agua? Era su propia imagen; vio que no era un ave desgarbado, torpe y de color negruzco, fea y repelente, sino un cisne como aquéllos.
¡Qué importa haber nacido en un corral de patos, cuando se ha salido de un huevo de cisne!
Entonces recordó con gozo todas las penalidades y privaciones pasadas; sólo ahora comprendía su felicidad, ante la magnificencia que lo rodeaba.
Los cisnes mayores describían círculos a su alrededor, acariciándolo con el pico.
Presentáronse luego en el jardín varios niños, que echaron al agua pan y grano, y el más pequeño gritó:
- ¡Hay uno nuevo!
Y sus compañeros, alborozados, exclamaron también, haciéndole coro:
- ¡Sí, ha venido uno nuevo!
Y todo fueron aplausos, y bailes, y brincos; y corriendo luego al encuentro de sus padres, volvieron a poco con pan y bollos, que echaron al agua, mientras exclamaban:
- El nuevo es el más bonito; ¡tan joven y precioso! -. Y los cisnes mayores se inclinaron ante él.
Pero él se sentía avergonzado, y ocultó la cabeza bajo el ala; no sabía qué hacer, ¡era tan feliz!, pero ni pizca de orgulloso. Recordaba las vejaciones y persecuciones de que había sido objeto, y he aquí que ahora decían que era la más hermosa entre las aves hermosas del mundo. Hasta las lilas bajaron sus ramas a su encuentro, y el sol brilló, tibio y suave. Crujieron entonces sus plumas, irguióse su esbelto cuello y, rebosante el corazón, exclamó:
- ¡Cómo podía soñar tanta felicidad, cuando no era más que un patito feo!.



Análisis del cuento


Para comenzar, lo primero que hay que saber es que el cuento del patito feo es una fábula  ya que está protagonizada por animales que reflejan actitudes y pasiones humanas. Además la intención es moralizante, con esto quiero aclarar que no tiene una moraleja sino que ayuda a los niños que están pasando por una situación parecida a confiar en ellos mismos. Es una enseñanza moral. 
Es un cuento de animales, si que es verdad que en varias partes del cuento aparecen humanos, pero no cobran una importancia relevante, por lo que los verdaderos personajes son todos animales. Menos el niño del final que es, dentro de los humanos, el que más vida cobra en el cuento. Dentro de este tipo, como ya he comentado es una fábula, ya que se representan arquetipos humanos como la bondad representada por el patito feo y el egoísmo y maldad por los demás patitos y gallinas, etc. 

La estructura que sigue este cuento folclórico también es planteamiento, nudo y desenlace. El planteamiento comienza con el nacimiento del patito, el nudo con los desprecios y la huida que recibe y se ve obligado a hacer, y por último el desenlace cuando descubre que él es un cisne como aquellas aves que él siempre había admirado. 

El motivo principal es encontrarse consigo mismo, el patito viaja durante todo el cuento para encontrar su sitio, en estos viajes aprende todo lo que la vida le enseña, pues para él no está siendo nada fácil. Acabando con el encuentro de sí mismo y con su sitio verdadero, pero muy lejos de casa. Como bien sabemos, los cuentos maravillosos si que se clasifican por diferentes factores como los motivos del cuento, pero los cuentos de tipología como la del patito feo no. 

En este caso los personajes son el patito feo, todos los enemigos, y las aves que realmente le valoran, entre medias aparecen un gato y una gallina, que dicen querer ayudarle pero realmente le condicionan. Por lo que no hay arquetipos en concreto como en los cuentos maravillosos. 

Los símbolos.
Uno de lo símbolos encontrados es la no aceptación del diferente. Podemos observar todo el bullying que recibe el patito feo por ser diferente a los demás patos y animales del hábitat en el que nace. Es un hecho por el que muchos niños pueden verse reflejados, empecé a comentarlo en la introducción y aquí lo especifico para que se entienda mejor. El patito feo recibe continuos ataques de todos los animales desde que nace hasta que huye, le cuesta bastante encontrar su sitio solamente por ser diferente a los demás. Esto es algo que en la vida cotidiana pasa muchas veces, pues si eres distinto a las personas de ese grupo ya no eres aceptado. Vemos como encuentra su lugar lejos de casa, otro símbolo que pasa a menudo, puede que en tu entorno seas diferente, pero siempre va a haber alguien que sea parecido. Esto debería cambiar en la sociedad, nos deberíamos aceptar tal y como somos. Es un valor que se debe trabajar tanto en la familia como en la escuela. 

Adaptación en el aula.
En el aula lo transmitiría de forma oral, al igual que el de Cenicienta. Cambiando el léxico para actualizarlo al lenguaje utilizado en nuestra época. De la trama no cambiaría nada, puesto que es importante que los niños escuchen la literatura con la vida tal y como es, ya que muchas veces tratamos de ocultarles información y lo único que conseguimos es meterles en una burbuja. De esta manera también damos pie a que fluya su imaginación, y adquieran rapidez en la resolución de problemas. Por último, he de decir que si que lo acortaría un poco para que se les haga más ameno. 

Haría un debate para que todos hablásemos sobre el cuento y aportáramos nuestra opinión. Este debate lo llevaría acabo para tratar de gestionar las emociones y haría la siguiente pregunta:

-¿Qué sentiríais si fueseis vosotros el patito feo?

Son múltiples las respuestas que podemos obtener de los niños, algunas pueden ser “mal”, “pena”, etc. Por lo que es un momento clave para trabajar con ellos la aceptación de las diferencias de los demás y las emociones.  




Esta historia la he escogido porque me ha acompañado desde pequeña, me la contaron cuando tenía unos cinco años y a día de hoy no se me ha olvidado. Aunque es breve y sencilla es una historia que me ha marcado hasta para dormir. Por ello quiero analizarla 


La princesa del guisante 


Érase una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero que fuese una princesa de verdad. En su busca recorrió todo el mundo, mas siempre había algún pero. Princesas había muchas, mas nunca lograba asegurarse de que lo fueran de veras; cada vez encontraba algo que le parecía sospechoso. Así regresó a su casa muy triste, pues estaba empeñado en encontrar a una princesa auténtica.

Una tarde estalló una terrible tempestad; sucedíanse sin interrupción los rayos y los truenos, y llovía a cántaros; era un tiempo espantoso. En éstas llamaron a la puerta de la ciudad, y el anciano Rey acudió a abrir.

Una princesa estaba en la puerta; pero ¡santo Dios, cómo la habían puesto la lluvia y el mal tiempo! El agua le chorreaba por el cabello y los vestidos, se le metía por las cañas de los zapatos y le salía por los tacones; pero ella afirmaba que era una princesa verdadera.

"Pronto lo sabremos," pensó la vieja Reina, y, sin decir palabra, se fue al dormitorio, levantó la cama y puso un guisante sobre la tela metálica; luego amontonó encima veinte colchones, y encima de éstos, otros tantos edredones.

En esta cama debía dormir la princesa.

Por la mañana le preguntaron qué tal había descansado.

"¡Oh, muy mal!" exclamó. "No he pegado un ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! ¡Era algo tan duro, que tengo el cuerpo lleno de cardenales! ¡Horrible!"

Entonces vieron que era una princesa de verdad, puesto que, a pesar de los veinte colchones y los veinte edredones, había sentido el guisante. Nadie, sino una verdadera princesa, podía ser tan sensible.

El príncipe la tomó por esposa, pues se había convencido de que se casaba con una princesa hecha y derecha; y el guisante pasó al museo, donde puede verse todavía, si nadie se lo ha llevado.

Esto sí que es una historia, ¿verdad?



Análisis del cuento

Es un cuento folclórico ya que es un relato breve, ficticio y de carácter lúdico, surgido de la tradición oral. 
Dentro de los cuentos folclóricos se caracteriza por ser un cuento de fórmula ya que en él se conjuga lo absurdo, que en este caso es el notar un guisante debajo de un montón de colchones y edredones, además de hacer referencia a que  las princesas y la gente de la nobleza eran muy delicados. 

En cuanto a la estructura observamos el planteamiento, el nudo y el desenlace. El planteamiento comienza con la búsqueda del príncipe a su princesa, el nudo es cuando no consigue encontrar a la princesa y aparece en el castillo una chica diciendo serlo, a la que ponen una prueba para comprobarlo. Y, por último, acaba con el desenlace en la que ven que es una princesa verdadera.

El motivo principal de este cuento es el encontrar a una princesa verdadera, el príncipe trata de buscar ese amor, es cierto que no es un amor como en los cuentos maravillosos. Pues la clasificación de los motivos es solamente para los cuentos maravillosos. Por lo que el amor que mueve este cuento es el que había antiguamente, ya que se casaban por conveniencia y no por estar enamorados. La diferencia con los cuentos maravillosos es que el amor que hay en ellos es el verdadero, el que no solamente es atracción. 

En cuanto a los personajes, tenemos a los protagonistas que son el príncipe y la princesa, y los personajes secundarios que son los reyes, padres del príncipe. 

Simbología 

Una vez más podemos comprobar como simbólicamente aparecen los estereotipos de la mujer, cómo a través de los cuentos orales expresaban la delicadeza que tenían las mujeres. Y siempre tenían que valerse a través del hombre. 

Como los cuentos anteriores lo llevaría al aula siguiendo la tradición oral. De este cuento no cambiaría nada, puesto que considero que tal y como está se puede contar perfectamente a niños de 5-6 años. 
Lo contaría en la asamblea por la mañana, de esta manera puedo trabajar a lo largo del día con ellos los estereotipos que cuento a continuación. 
El debate sobre el cuento lo abriría de la siguiente manera:
¿Os daríais cuenta si hubiera un guisante debajo de vuestra cama?, y ¿si hubiera sido el príncipe creéis que lo hubiera notado?
Aquí los niños normalmente dirían que “no” y las niñas que “si” lo notarían. Por ello a raíz de aquí sería un buen momento para trabajar con ellos los estereotipos en el aula.


Conclusión final

Considero que estos tres cuentos folclóricos son buenos para trabajar en un aula de 5-6 años debido a que el niño se encuentra en la etapa preoperacional, en la que se distingue por características como el animismo, la fantasía, etc. 
Además a esta edad necesitan resolver los problemas con mayor rapidez, de forma inmediata, por ello con la literatura folclórica cogen soluciones para sus propios problemas, ya que con ellos entienden el mundo, es su forma de entender el mundo. Como bien dice Rodari una de las cualidades de la literatura es estimular la fantasía y la imaginación del niño, por ello con estos tres cuentos diferentes los niños de 5 años pueden desarrollar libremente su imaginación. 







Bibliografía

-https://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/la_cenicienta.
9 de marzo de 2020.

-https://www.andersenstories.com/es/andersen_cuentos/el_patito_feo.
9 de mazo de 2020.

-https://www.andersenstories.com/es/andersen_cuentos/la_princesa_del_guisante.
9 de marzo de 2020.

10 de marzo de 2020.

11 de marzo de 2020.

14 de marzo de 2020.
14 de marzo de 2020.

15 de marzo de 2020.

Comentarios

  1. Emma, creo que este análisis es perfecto.
    Me parece que es un comentario muy conciso y sin duda alguna las ideas que has sacado en cuanto a la simbología, me han hecho recapacitar mucho más de las historias. Me gusta también tu planteamiento de transmisión oral de las historias para seguir con el folclore y también la forma en la que llevarías estas historias al aula, de forma espontánea cuando surgiesen los conflictos.
    Por sacar algún "pero", creo que repites muchas veces la misma información, quizás un esquema un poco más claro y visible de lo que transmites hubiese sido mejor a la hora de organizar tu redacción.
    No obstante, me ha encantado.

    ResponderEliminar
  2. Es un trabajo magnífico, Emma, aunque el cuentofórum, que es lo esencial para poner a los niños en contacto con la simbología de las historias, debe estar un poco más elaborado.

    Si completas las preguntas con las ideas que te doy a continuación, será una entrada perfecta:

    - Las que ponen a los niños en las DIFERENTES situaciones por las que pasan los personajes (¿qué haríais si...? ¿qué pasaría si vosotros...?)
    - Las que juzgan sus acciones (¿qué os parece lo que hizo X en este momento?...¿y en este otro?). OJO: no se pregunta en general sino en los momentos clave del relato.
    - Las que se enfocan a descubrir el significado simbólico del texto ( ¿hay hadas madrinas en vuestra vida? ¿qué hacen las hadas madrinas? ¿hay alguien en vuestra vida que haga eso mismo aunque no tenga poderes?...)
    - Qué ideas, valores, aprendizajes personales (en plural, no en singular) podemos aprender o extraer de esta historia para nuestra vida real (recuerda que no es necesario que la respuesta sea la misma que darías tú desde tu mentalidad adulta ni incidir en una única enseñanza o moraleja). Esta pregunta siempre es la última, una vez que hemos trabajado todo lo demás.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario